Por su localización geográfica privilegiada, la mancomunidad "de los Valles" expone hoy algunas de las más profundas huellas que las colonizaciones primitivas dejaron en las tierras de Zamora. A orillas de sus ríos, estas sociedades neolíticas hallaron un lugar adecuado para asentarse y desarrollar, así, un peculiar sistema de vida sedentario, en torno al año 3000 a.C. . Gracias a los restos arqueológicos de ellas heredados, el viajero podrá penetrar en sus creencias arcaicas y sus costumbres ancestrales.
El conjunto megalítico que conforman los dólmenes de "El tesoro" (Morales del Rey), "La casa de los moros"(Arrabalde) y "San Adrián" (Granucillo de Vidriales) es, con mucho, el más importante de la provincia. Con más de 5.000 años de antigüedad e idéntica estructura, estas construcciones funerarias sirvieron de tumbas colectivas en las que los antiguos pobladores de esta zona oficiaron sus ritos mortuorios. Dada su carencia de una metafísica del alma, el fallecido deja de formar parte del grupo de los vivientes, pero no de existir, de ahí que se colocaran junto a él utensilios de la vida cotidiana; buena parte de este ajuar (vasijas o cerámicas, collares, etc.) ha sido trasladada a las colecciones del Museo Arqueológico Provincial, en la ciudad de Zamora, y allí podrá ser contemplada. Son las grandes y verticales lajas de cuarcita (u ortostatos) que componían la cámara y el corredor de los sepulcros, extraídas de las canteras próximas y transportadas con enorme esfuerzo físico, lo que encontraremos en nuestro camino por los Valles.
Al margen de estos monumentos funerarios neolíticos, el castro "de las Labradas", también en Arrabalde, ofrece una imagen plástica de la vieja ciudad celtíbera. Cabe destacar los restos de sus murallas de defensa y de las viviendas. Sus dos espléndidos tesoros, compuestos, fundamentalmente, de grandes joyas en oro y depositados en el Museo Provincial, son, probablemente, los más ricos de los hallados hasta ahora en toda la Península.
Pero el avance vertical por los estratos de la Historia no termina aquí. Llegamos al campamento romano de Rosinos de Vidriales. Las investigaciones arqueológicas, llevadas a cabo a partir de 1970, han sacado a la luz los restos de dos campamentos militares superpuestos, pertenecientes, el más antiguo, a la Legio X Gemina (siglo I d.C.), y el más reciente, al Ala II Flavia (siglos II-III d.C.). Allí encontraremos, además de una cisterna fabricada en opus caementicium, la defensa del asentamiento de la última unidad, fuerte muralla de cuarcita y argamasa, con contrafuertes que delatan la primitiva existencia de torres en las esquinas. Nuevas excavaciones han descubierto tres grandes edificios y una calle enlosada pertenecientes al Ala II, así como diversas cerámicas, un fogón, un horno y una piedra de molino.